lunes, 23 de abril de 2007

Lección francesa

Ayer a las 8 de la tarde se cerraban los últimos colegios electorales en la primera vuelta (aún no se sabía si habría segunda) de las presidenciales francesas. Alrededor de 44,5 millones de ciudadanos estaban llamados a votar.

Esta mañana, mientras desayunaba he conocido los resultados finales. Mas o menos lo esperado. Habrá segunda vuelta. Sarkozy, a quien las encuestas daban como favorito, ha cumplido los pronósticos y ha obtenido el 31,18% de los votos pero, el 26% de apoyo obtenido por la candidata socialista, Ségolène Royal fuerza la repetición condicionada de los comicios. El sistema elector francés, diferente al español, evita la formación de gobierno mediante coaliciones de partidos y obliga a realizar una segunda vuelta con los dos representantes más votados. Con este sistema los votantes de partidos "menores" se ven obligados a elegir entre sólo dos candidatos finales.

(fotografía y datos obtenidos de El País)

En quince días volverán a repetirse las elecciones. El candidato de la derecha parte con ventaja, pero el sistema de elegir al "menos malo" engrasa los engranajes, es decir, son los votos obtenidos por partidos minoritarios los que decidirán quien se sentará en el Elíseo. En principio y según las estimaciones, los votos recaudados por Le Pen (un 10%), el líder de la extrema derecha, el principal derrotado (en 2002, con casi un 18% del escrutinio pasó a la segunda vuelta) irán a parar a Sarkozy y un porcentaje similar, el agrupado por los partidos de la izquierda a Royal. Con estos supuestos, deciden por tanto los votantes del tercer partido en discordia, el centrista, dirigido por François Bayrou. Las primeras encuestas colocan a Sarkozy en París pero son sólo encuestas, el primer fin de semana de mayo conoceremos los resultados.

Pero si hay algo que destacar, es la impresionante tasa de participación, el 84,25% de los mayores de edad franceses, es decir, unos 37,7 millones de personas, han acudido a las urnas dando una lección de democracia. Son numerosos los partidos minoritarios que han obtenido pequeñas cantidades de votos. Votos que deciden poco pero que dejan ver que a los franceses les importa su gobierno, les importa su futuro y quieren decidir, aunque sea minoritariamente sobre las cuestiones políticas fundamentales. Históricamente la izquierda es demasiado crítica con sus candidatos, generando una elevada abstención. Lo que ha ocurrido en esta ocasión en parte ha venido promovido por el alarmante ascenso en el 2002 del partido ultraconservador y, parece que los votantes más descontentos se han decidido y han acudido a las urnas para evitar algo semejante. No votan su ideal, pero al menos votan en busca del candidato más adecuado de entre los que hay y, sin estar convencidos votan al que más les convence.

Votar si es participar. Votar si es decidir. Aunque sea minoritariamente, aunque sea votando al menos malo y aunque el voto no sirva de mucho dada la calidad de los políticos. Es la única manera que tiene el ciudadano de acercarse a decidir cómo quiere (o al menos como no quiere) que sea su país. Me parece digno de admirar. Solo esperar que en la segunda vuelta, aunque es difícil, se obtengan resultados similares y se nos pueda pegar algo.

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