martes, 24 de abril de 2007

Morir joven

Acabo de terminar de leer un libro que me prestó hace ya demasiado tiempo una persona muy especial. Quizás por ello he tardado demasiado en poder pasar la última página. Puede parecer que tanto tiempo de lectura es debido a una falta de atractivo. Ni mucho menos. Es un libro precioso, pero que se me ha hecho duro de leer, por la historia, por lo que transmite, por los temas que trata, por todo lo que lleva implícito dentro y fuera de él.

El amor y la muerte. Los dos grandes temas por excelencia. Tan diferentes y a la vez tan entrelazados. Duros temas, dificiles de afrontar cuando vas sabiendo de ellos y mucho más cuando te pillan de lleno. Sin embargo, tras la lectura y una primera reacción de desasosiego me di cuenta de las mil caras que ocultan y de los millones de circunstancias que puede haber detrás. Me di cuenta que cada una de ellas implica diferentes valores y que la verdadera circunstancia es sólo personal, por lo que es inadmisible un juicio exterior. Y solo el que se encuentra inmerso en una situación así sabe lo que se le viene encima. En ese momento, los consejos y opiniones externas no sirven de nada.

Pero no es hora de destripar el libro, ni de ponernos metafísicos - lo dejamos para otra entrada - la reflexión post-lectura se la debo a quien me dejó su libro buscando enseñarme algo y despertar mi inquietud o quizás, contarme algo a través de él.

Porque un libro nunca es sólo un libro. De pequeño mis padres me enseñaron a saber apreciarlos, a saber apreciar las historias que en ellos hay inmersas, porque esas historias llevan consigo la imagen de su autor y lo que con ellas nos ha querido contar, pero no son sólo suyas. Al leer un libro haces tuya esa aventura, la llevas por donde tú quieres o, al menos por donde tu imaginación te permite. Consigues evadirte, trasladarte a otro mundo, en el que es posible algo muy importante y que pocas veces conseguimos, reflexionar. Es algo que he ido comprendiendo - y agradeciendo - poco a poco, es algo demasiado especial y personal que, en cierto modo, no se puede explicar. A veces, al leer te das cuenta de detalles, que en la vida diaria pasan desapercibidos, pero al pensar en ellos te das cuenta de que no son simples detalles sino valores importantes y casi fundamentales que antes dejábamos de lado.

El lunes fue el día del libro, un día aparentemente comercial, digo aparente porque cuando una amiga me dijo que iba a regalar un libro y una rosa roja me di cuenta que cada vez se regalan menos libros y que olvidamos los pequeños detalles. Esos que realmente conforman lo bonito de vivir. Estamos dejando de valorar lo que significa regalar un libro y aunque sea en un día así se agradece. Un libro. No es cualquier regalo, es regalar algo que te ha provocado algún tipo de sentimiento, es regalar una pequeña parte de ti. Me sentí feliz. Hoy lo comentaba también con unos amigos. Cuando era pequeño un libro era el regalo fácil, el regalo que nadie quería. Ahora se ha convertido en el regalo más dificil, por lo que implica. Regalar o que te regalen un libro sentido, con su correspondiente e imprescindible dedicatoria es sin duda de lo más bonito.

8 comentarios:

Josu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Josu dijo...

Un libro es de las cosas más bonitas que se pueden regalar pero casi mejor no utilizar el día del libro para hacerlo...es más bonito cuando se regala en un día inesperado, eso es lo que los hace especiales..no sé, es mi punto de vista. Regalar eso y una rosa un día en el que mucha gente los regala y, en muchos casos, perdiendo de vista el verdadero significado, diluye parte del gesto que supone. Aunque siempre sea precioso regalar algo así (que no se me enfade la protestona).

Anónimo dijo...

La protestona no se enfada, al contrario se alegra de que a pesar de pequeños matices todos valoremos la importancia y la belleza de compartir la lectura. ¿No es sino eso de lo que hablamos?
Abrir un libro del que no se sabe nada tiene su gracia, pero cuando lo abres por que alguién te lo ha recomendado o regalado existe una doble lectura mucho más enriquecedora.
Encuentras mensajes escondidos bajo palabras que quizás sin esa dedicatoria no te habrían llamado la atención. Compartes inquietudes e includo meras anecdotas que de otra forma solo reflexionarías, recrearías y recordarías con tu conciencia. En definitiva, se fortalece una conexión entre el lector, el escritor y el amigo o conocido en el que piensas cuando lo lees.
Por último, con respecto al Día del Libro me gustaría decir que estoy de acuerdo en qué es un día comercial, pero si lo piensas en la sociedad en la que vivimos ¿qué día no es comercial? Me gusta más verlo como una bonita tradición, que por cierto escasean.Bsito a los dos!

Josu dijo...

Se supone q tenemos q compartir ese besito??yo quería uno para mí. Tranquila q yo regalo un libro un día para q te acuerdes de mi

Rebe dijo...

Leer es un arte y sí, realmente influye mucho que te presten un libro o no pero lo bonito es que te adentres en la historia y te guste, te enganche y sólo estés deseando llegar a casa para seguir con la lectura como placer, como vicio...
Me alegro de que te haya gustado. Yo lo leí cuando era más pequeña y me marcó mucho. Un beso

Anónimo dijo...

Yo también leí ese libro hace mucho tiempo. Es de los que marcan de verdad.No recuerdo quién lo escribió. Por favor ¿ Me lo podeis facilitar?
También vi la película "Elegir un amor" basada en él, protagonizada por Julia Roberts, como todas las películas, cambia algunas cosas, pero está colmada de sensibilidad.

Rebe dijo...

A mi me gusto mucho más el libro.... La peli no me llego tanto. Creo que es Marti Leimbach pero no setoy muy segura,.... por cierto ¿Quién eres...?

Diego dijo...

Marti Leimbach, si.